Poesía Electrónica v1.0

Straight Photography.

Manifiesto leído en la exposición "Rebuild of a Perfect Bug".

Autor: Kevin Beovides Casas.

Con el nombre de Straight Photography  se denomina a un grupo de intuiciones sobre la fotografía que constituyen un ideario abstracto. El nombre mismo es producto de un hallazgo absolutamente accidental. En la reseña sobre Luz a Tu Propia Química III, publicada en la revista Dédalos, en vez de escribir "Street Photography", se cometió la errata de poner "Straight Photography", cambiando parcialmente el sentido de mi obra. Por alguna razón esto echó a andar mi imaginación. La idea de una fotografía directa, simple, sin dobleces, sin complejidad ni alquimia, había sido intuitivamente mi enfoque sobre la fotografía. De esta forma, la mencionada etiqueta se acomodó rápidamente a mi espíritu.

La apatía recurrente que experimentaba ante las conversaciones sobre las marcas y modelos de las cámaras, los negativos, las luces y demás, fue sustentada al descubrir súbitamente argumentos más coloridos que el simple aburrimiento. Frente a la obsesión de la fotografía tradicional por los detalles técnicos, la S.P. propone una aproximación directa y simple a la cámara. El foco de atención pasa del acto de tomar la instantánea, a la imagen resultante. En otras palabras, se tiende a trasladar la importancia de la cámara al  procesamiento digital de la imagen, confiando en la certeza (probable, pero quizás indemostrable) de que no existe resultado alguno que sea imposible emular en un ordenador, y que por añadidura se pueden obtener efectos sin precedentes.

Estas afirmaciones habrían resultado incoherentes hace tan poco como quince años. En algo más de una década, el mundo de la imagen se vio absolutamente revolucionado por el advenimiento de la tecnología necesaria para digitalizar y manipular en forma de bits la experiencia visual, y en el centro de esta catastrófica conmoción se encuentran las modernas cámaras digitales. Las ramificaciones son vastas y aun hoy no creo que hayamos logrado captar por completo sus horizontes. Entre una de estas consecuencias directas se puede anotar a la S.P. Las cámaras digitales permiten este tipo de aproximación, directa e "naive", que es casi impracticable con las cámaras analógicas. Con estas últimas, no importa cuan inocente sea el fotógrafo, se deben por fuerza incorporar elementos de índole muy técnica en el momento de accionar el disparador. La S.P. propone que este acto es intrascendente, en el 90% de lo casos, se puede incluso dejar la cámara en automático y dejar que el software mismo haga su trabajo, tantas veces más preciso que el del humano, como lo es una calculadora frente a un niño que cursa la primaria. 

La S.P. no niega la técnica fotográfica, las reglas de la composición, etc., todas estas cosas son de provecho. El intento de la S.P. es superarlas, debido a que el contexto histórico nos ha arrastrado más allá de las circunstancias en que estás surgieron. Mantenerlas intactas es un síntoma inequívoco de miopía cultural. La S.P. no pretende que olvidemos la tradición, ni pregona un desconocimiento desenfadado del arte. Por el contrario, es una reafirmación de todo esto, ahora entendido en un sistema universal y abierto, analítico y matemático. Muchas de estas reglas fueron sutilmente "matematizadas", son pilares presentes de manera tácita en cualquier operación digital. Es ignorar esto, lo que resulta realmente un desconocimiento desenfadado. La S.P. propone adoptar de forma consecuente el trabajo de desarrollo de miles de científicos, programadores, y artistas, y usar sus logros para impulsar más allá la civilización humana.

Incluso se puede prescindir de la cámara, y usar imágenes tomadas por otros, o extraídas de los bancos de imágenes. En tiempos en que el mundo puede ser recreado artificialmente en una PC, la intención de retenerlo en un negativo tiene vagas resonancias de arcaísmo. La cámara digital viene a desmantelar el mundo de nuestros padres y abuelos, donde la fotografía era una ciencia, donde la exposición y el revelado, eran una mezcla entre alquimia y magia. Toda aquella notable ciencia de la fotografía, resulta hoy tan antigua como los cultos órficos. El ordenador viene a reconstruir un universo soñado, e instala más acá de los ojos, una experiencia sensorial que trasciende la realidad y se superpone a la misma. Lo virtual no hay que buscarlo más en Internet, ni en los "films" de ciencia ficción, durante los últimos 50 años se ha instalado definitivamente en la cotidianidad. Y este mundo virtual influye sobre el mundo real, lo cambia y modifica. Los psicólogos suelen decir que aquello que se cree real, es real en sus consecuencias. No otra cosa ha acontecido a nuestro alrededor.

Valdría la pena preguntarse: ¿es todavía la S.P. fotografía? Debido a que ocupa el espacio de la última, circula como esta, en mi caso, la respuesta puede ser afirmativa. Pero, de cualquier forma, no es esta una cuestión que me apure demasiado, dado el origen anecdótico del término mismo. Se podría creer, por otra parte, que este texto es redundante, que no dice nada nuevo respecto al reconocido arte digital, pero esta apariencia es engañosa. El arte digital es una tendencia, un movimiento quizás, la S.P. es un paradigma abstracto; el arte digital habla de un resultado, de un proceso, del uso de determinadas herramientas, la S.P. describe una disposición del espíritu. Aunque por sus resultados pueden parecer similares, y se podría argumentar con toda lógica que hay muchos puntos de contacto, la S.P. y el arte digital discursan sobre cuestiones distintas. La S.P. es la aceptación radical y sin tapujos de una realidad histórica nueva, es un punto de vista, es la expresión conceptual de una emoción que he visto repetidas veces en una generación de fotógrafos jóvenes (muchos de los cuales conocen a fondo la técnica). ¿Cuántos fotógrafos jóvenes hacen sus instantáneas en colores digitales y luego la convierten a escalas de grises en "Photoshop"? Yo mismo he sido tentado por esta fácil solución para lograr empatía en los espectadores. Actualmente reconozco en este camino una hipocresía radical. Aun cuando los resultados sean excelentes, la fotografía analógica no juega otro papel en ellos, que el de que constituir un lastre en la intuición del artista. La S.P. habla de una disposición del espíritu frente a la tecnología digital, pero sobre todas las cosas, es la intuición declarada finalmente de que esta acarrea una nueva forma de pensar, que puede subsistir sin apoyarse parasitariamente en la tradición analógica.

Puedo imaginar aún otras objeciones que se le pueden hacer a este breve intento teórico. Algunas como el del grano de la imagen, pueden ser discutidas. Sin entrar en debates sobre los diferentes "plugins" que emulan perfectamente cualquier tipo de grano, es mi opinión que el "píxel" supera por mucho al grano de la imagen. Este último es, en todo caso, una imperfección tecnológica, debido a la falta de homogeneidad en la emulsión fotosensible, el "píxel" en cambio es una solución continúa (a más de 200 "píxeles" por pulgada, el ojo humano no distingue la naturaleza discreta de los mismos), que brinda un grado de nitidez a la imagen antes impensable. En esto, como en todo lo demás, la tecnología digital es simplemente superior.

Pasa lo mismo con el libro digital y el libro impreso, no importa cuanto se argumente al respecto: todos los amigos que conozco, que tienen un "table" o un "kindle" leen más ahora que antes, aunque sea por el simple hecho de que llevan consigo su biblioteca. Traigo esto a colación, porque supongo que se me harán las conocidas objeciones emocionales, que se aplican tanto al libro como a la cámara analógica, o sea, la magia del libro impreso, su textura, peso, olor, y demás, sobre la conexión del escritor con su pluma de ganso favorita (que también cayó en desuso, gracias al cielo), la luz única de la fotografía de rollo, el leve desenfoque de la instantánea, etc. A este grupo de dificultades no hay que dar respuesta, sólo hay que tener paciencia; el progreso tecnológico no va a ser sentimental con ellas.