Alain
La Farándula.

texto: Kevin Beovides Casas
fotografía: Ana L. Tamburini y Kevin Beovides Casas
video: Kevin Beovides Casas

Todo el mundo quiere ser artista. Todos.

Está de moda. O algo. Conozco no menos de cien personas que se volvieron artistas de pronto, más o menos como mismo se convertían las brujas en cristianas frente a la hoguera. Al caso, de pronto, a todo tren. Un día son, bueno, lo que fueran, y al otro son artistas hechos y derechos, como por arte de magia, con todos los tics incluidos. Todos quieren ser artistas, ¿verdad? ¿Y tú?

El proceso es más o menos así. Primero vienen al mundo llenos de ilusiones. Criaturas sin mancha, tiernecitas como la masa del pan. Poco a poco les dejan en claro que son bichos vulgares en un mundo vulgar donde todos son vulgares e iguales. Descubren entonces que son inútiles, completa e irremediablemente inútiles. Incapaces de hacerse de una profesión. Biológicamente incapaces de aprenderse la tabla del 9. Aún menos, de entender las derivadas. Los que no saben si son gay o gansos. Los de pensamiento branquial o sentimientos huecos. Fracasos sociales de todo tipo: Los que tienen padres de mierda. Los que no saben cómo cogerse a una chica. Los que no tienen amigos, o les gusta más tener enemigos. Los que no saben bailar casino o no les gusta.

Todos quieren ser artistas. Refugio de perdedores. Paraguas de los débiles e incomprendidos. Todos. Debe ser una moda o algo.

Entonces deciden ser artistas. Lo primero es la vestimenta adecuada, cuidadamente descuidada. Dos horas frente al espejo para que el pantalón roto quede exactamente donde va. Otra desacomodándose el pelo. Después se aprenden unas cuantas palabras raras y tratan de leerse a Lezama o a Gunter Grass o a Thomas Mann. Fracasan por supuesto, o peor, consiguen llegar a la última página. Luego aprenden a pronunciar las s. Y empiezan a decir cosas como grandioso, esplendido, soberbio, cuando todos sabemos que en Cuba se debe decir ¡eso está de pinga! O usan palabras como escatológico, o sicalíptico, cuando todos sabemos que en Cuba nadie sabe qué significa eso. Y después, ¿qué? bueno con las ropas y las palabritas raras basta. Así que armados de un par de pendejadas como esas se hacen de una obra. ¡Total, el arte contemporáneo nadie lo entiende! ¡Conozco tantos escritores que no escriben, tantos pintores que no pintan, tantos artistas que no actúan y tantos coleccionistas que no tienen un kilo!

Todo el mundo quiere ser artista. Todos, es una moda o algo. Supongo.

autor: Ana Laura TamburiniTambién es una buena forma de irse del país. Traficar con la imagen del artista. Con la nostalgia del Romanticismo, con la imagen del incomprendido (se puede tener imagen de incomprendido y ser un incomprendido, pero está claro, para cualquiera que sepa aunque sea un poco psicología, que una cosa no sigue necesariamente a la otra y que en esencia son completamente distintas). La imagen del poeta perdido, del pintor ignorado, del escritor profundo. Clichés gastados pero efectivos como una bala, cuando se trata de matar jugada. Por otra parte se preocupan por las críticas antes de hacer ninguna obra. Su nombre publicado es una bendición, que merece una mamada a domicilio. Y su foto en un periódico un trabajo completo. ¿Por qué? Porque el arte es diversión. Se juega a hacer. Parecería que uno se equivoca y ¡puf! obtiene una verdadera obra de arte. Así que vamos a bailar, vamos a tomar alcohol (después de todo ¿no eran adictos los grandes?) y vamos a templar. Porque el arte es divertido. Y porque todos quieren ser artistas, ¿así quién no?

Mierda. Mierda sobre mierda. Todos, absolutamente todos quieren ser artista. Así, ¿quién no?

yo soy artista

Esto se lo ponen. A ver, porque quizás no me explico: La gente lo usa. Otra variante es "Aqui va un artista".

No hay nada de divertido en reventarse el lomo escribiendo durante dos horas. Es un suplicio. - Los persas, que eran muy imaginativos cuando se trataba de mortificar al prójimo o de matarlo, si hubieran sido gente de libros hubieran inventado una ingeniosa tortura: obligar al prisionero, bajo la amenaza de un hachazo, a escribir un libro de sonetos o una buena novela. Estoy seguro de que las más de las veces el condenado habría preferido eventualmente el filo del metal.- Sólo cuando se acaba se siente verdadero placer (y quizás sólo por contraposición). Escribir una sonata es equivalente a extraerse una muela. Tocar bien la guitarra, el saxo, o las maracas, requiere de mil doscientas setenta y cuatro horas de estudio según los profesores de Pricenton. Y al final se tiene a cambio sólo una banal supositorio de orgullo. Todos quieren ser artistas. Todos. Debe ser una moda, como los 70, o como los aretes. Es tan bonito. Tan chic. Eso de verlo todo desde arriba, como un verdadero artista.


Historias Relacionadas: Alain conoció a una extranjera en el mismo ambiente que tanto detesta. Les ahorramos una historia de amor poco interesante (además, un friki enamorado es algo lamentable) para contarles que finalmente la chica lo sacó del país. Vea además, Los que se Quedan.

Volver Arriba Ir al Mapa Marcar Texto