Manifiesto del Diletante Digital
"REACCIÓN" versión 1.0 release 3
Nos han golpeado miles de veces, hemos perdido todas las peleas; incluso aquellas que creíamos haber ganado. Hemos estado dormidos, en el anonimato, en el secreto. Pero ya no, ya no más. Esta, esta es nuestra reacción.
No hacemos arte para las masas, ni requerimos su atención. Las masas tienen su arte, nosotros el nuestro. Ellas no pueden aprender nada de nosotros, pues tienen su lenguaje y sus ideas; sus puntos de vista y sus fórmulas para expresarlos. Si nuestra obra ha de ser vista por muchos, no estarán nunca reunidos en una masa, sino como individuos aislados, aunque numerosos.
Nuestro arte no es narcisista: no se contempla a sí mismo complacido. No aceptamos el arte hedonista: que disfruta de la forma y escamotea todo sentido. Aspiramos, al menos, a un arte analítico, que desmonte capa tras capa la vida y sus circunstancias. El contexto es hostil, pero debemos encararlo. Preferimos arriesgar un error a complacernos en la seguridad del concurso.
Con nuestras obras, no pretendemos complacer a nadie. No entendemos esa arquitectura cultural que rehacen los críticos a su antojo. Ni cedemos a las modas. Por eso tenemos como un principio no hacer obras por debajo de nuestra capacidad. Si la obra final queda maltrecha, es por falta de talento quizás, de inspiración seguro. Pero no debido a que, tratando de congeniar con cierto público, hayamos ignorado nuestros ideales estéticos.
Detestamos la falta de oficio, la improvisación, la superficialidad, y todas esas coartadas de aquellos que prefiriendo el facilismo, se refugian en la afición, lo amateur, etc. Nos deja indiferentes el origen tanto del artista, como de las obras, y aceptamos que la más elevada creación de espíritu puede aparecer en cualquier contexto. Pero si el desparpajo, la rusticidad, se usan como argumentos para encubrir la falta de talento, estudio o esfuerzo, nuestra reacción es siempre la misma, rechazar tanto la obra como al artista.
Reaccionamos contra la maltratada imagen de la identidad cultural; contra la parcializada construcción que han hecho de la misma; y contra la folklorización del arte. Aunque no rechazamos el folklore por sí mismo, en el cual reconocemos valores estéticos, nos oponemos a que la comercialización y el mercado nos obliguen a formarnos una visión incompleta de nosotros mismos. Máxime cuando nuestra cultura no cede en empuje y brillo a ninguna otra del continente.
Nos disgusta la "solarización" de una supuesta construcción identitaria de la cultura cubana. Nos oponemos a la trivialización de nuestro ámbito, a la vulgarización constante y aparentemente aceptada. Aunque la expresión puede adoptar cualquier forma, cualquier norma del lenguaje, siempre debe haber una razón artística para ello. La marginalidad no puede convertirse en una cualidad para vanagloriarse, ni debe ser recibida con indiferencia.
Nos oponemos a la secularización de la cultura. Pretendemos crear un espacio para la comunicación y la creación que no esté regentado por ninguna institución. Un espacio donde los valores se impongan a través de argumentos, donde los ideales se manifiesten o sean rebatidos en el discurso, y no por medio de circulares. Pues creemos que el debate necesario para el desarrollo de las ideas no se puede dar a menos que hayan puntos de vistas opuestos. Aun cuando aceptamos la ayuda de las instituciones, nunca estaremos sujetos a ninguna.
Apartamos con desagrado todo lo que es impostado. Como la formalidad vacía y la solemnidad llena de fasto y de irrespirable oxígeno ardiendo. La pose fácil, que brinda gracia pero no encierra ninguna convicción, nos es ajena. Pues nuestras opiniones no son el trámite que media entre nuestras vidas y el reconocimiento social.
Nos entristece ver el individualismo que apremia al hombre y ensombrece a la cultura. Culpable de que muchos intentos hayan quedado frustrados desde el inicio porque no se ha querido trabajar en equipo, porque la defensa de la autoría ha castrado la generosidad. Pero nos indigna la versión grupal del individualismo, o sea, el sectarismo, que se transforma en una telaraña de favores que ahoga al talento en favor de valores extra-artísticos.
Y aun en la soledad, sabemos que somos numerosos. Los que pensamos y sentimos distinto. Los que estamos dispuestos a ofrendarnos. Sí, nos han herido antes. Nos han denigrado, nos han marginado, nos han ignorado. Pero seguimos donde siempre hemos estado, dispuestos.