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Con el triunfo
de la Revolución en enero de 1959 una nueva generación
surgirá en los años sesenta favorecida por un clima
cultural de total apertura. La abstracción cederá el paso
a nuevas corrientes artísticas. La historia en todos sus
matices, desde la épica hasta la cotidiana, tanto la que refleja
los grandes acontecimientos revolucionarios como aquella que indaga en
las intimidades del hombre, será el centro gravitacional
alrededor del cual girarán las inquietudes estéticas de
estos artistas. Los míticos años sesenta, que tuvieron su
climax en ese formidable fresco colectivo que fue el Salón 70,
donde creadores de todas las generaciones confluyeron en una muestra
que, simbólicamente, constituyó la conclusión de
una etapa y el comienzo de otra.
Los setenta trajeron a la palestra pública una generación
movida por nuevas inquietudes: la búsqueda de lo nacional en las
tradiciones campesinas la exploración en los mitos afrocubanos y
aborígenes, la pintura histórica y social...La corriente
dominante de mayor interés será sin dudas el
hiperrealismo, con la que un grupo de creadores alcanza, quizás,
el relieve mayor del arte de este momento. En este período la
pintura popular alcanza una etapa de excepcional.
Fruto de una activa política de coleccionismo, el Museo
presenta, por primera vez, un despliegue de las más importantes
poéticas de los años 80 y 90, que han marcado un momento
de renovación sustancial en el arte cubano. |
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